Hora
de partir.
Los
seres diurnos
se
apresuran.
La
angustia apremia.
Un
sudor frío
humedece
el cuerpo.
Las
calles se quedan solas
enmudecidas
de pánico.
La
gran ciudad;
al
caer la noche
es
la casa de luzbel.
Mil
diablillos la recorren.
Pistoleros,
meretrices,
alcahuetas,
la transitan.
Sólo
ellos la habitan.
Una
sirena, aúlla;
rauda
se acerca.
Una
vida se escapa.
La
metrópoli
Esconde
su cara
Y
enseña la otra.
La
del miedo oculto
Que
nace en las entrañas
de
la cosmópolis
suena
un pito;
se
escucha un disparo.
Los
diablillos están despiertos.
En
la capital
de
los capitales
El
dinero enceguecedor
Provoca.
En
su búsqueda,
el
deseo de poseerlo
Enajena.
Los
diablillos de la noche,
Recorren
la urbe.
Sobrecogida
de espanto.
Moisés Correa (Poemas
Citadinos)