En
Santa Isabel, como el para hacer hablar el cuero de la tambora, nadie, él
lograba comunicación con mundos ignotos, que ofrecían una nueva vida, sin
dolores, ni penas. Mundos de fiestas de tambores, donde ellos hablaban a los
hombres lenguas muy antiguas, de aquellos seres que se fueron de la tierra hace
siglos y viven cada haz de luz, donde
brillan una pizca de vida. Él había muerto hacía más de diez años, algunas
noches varios vecinos al día siguiente contaban haber oído a media noche,
cantar su sonora tambora, por el camino de San Pedro hacia las playas o camino
de la montaña. Por lo general una vez al mes, Aris Manuel dejaba de ser una
pizca de luz en el espacio vacío que nos rodea, y se materializaba recordándoles
a los hombres vivos cómo se debe tocar la tambora a lo humano y a lo divino. Las Barbuas: Mitos y leyendas de origen africano presentes en sur del Lago de Maracaibo: Juan de Dios Martinez Suárez.