La
música me arranca las sábanas y me lanza a la calle a su conquista. Los belfos
acomodaron sus redoblantes acomodaron sus redoblantes y un ebrio bufón nos
espera bajo el arca de palmas. El aire huele a mayo y a diciembre la alegría
brota de las fachadas de la vereda es como la de los niños en las tardes de
circo. Estoy envuelto en este sortilegio junto con otras almas que aún prenden
de seres egoístas pero por ahora vamos a regocijarnos con el canto. Nuestras
voces levantarán las conciencias y embriagarán los cuerpos de alegres
visitantes, de músicos, de locos y de lindas muchachas que con sus ojos y
palmadas. Eternamente nos dirán que nos aman en esta madrugada. Del libro Código postal 1010: José Javier Sánchez